Réquiem a José Madero

Texto original: Jeniffer Valdez Rincones (@minombreesjenny)

Existen personas cuya misión en la vida es volver extraordinarias las vidas ordinarias de quienes le rodean.

Mi vida se volvió extraordinaria cuando conocí a José Madero…

El paso de los años me hizo ver a José como un auténtico enigma, pero contrario al status quo, en el que los enigmas son desechados con facilidad por la complejidad que pueden llegar a tener, en mí supuso el reto más grande y emocionante de toda mi existencia…

Para mí, José es una de las contadísimas personas con las que aplicaba el principio de callarme cuando hablaban, porque supe casi de inmediato que cada palabra dicha por él sería siempre algo que valiera la pena, por más que gran parte del resto del mundo no pudiese ver más allá de sus narices y sus egos…

José me abrió los ojos a otros mundos, y en cada año lograba hacerme ver las cosas y la vida bajo nuevas perspectivas. A él le debo mi amor a la literatura y a los libros, mi acercamiento lento, pero seguro, a la filosofía y los dilemas existenciales diarios, y sobre todo, a cuestionarnos absolutamente todo, todo el tiempo…

Pero también a él le debo mi crecimiento personal y emocional. Para alguien cuyo mundo y existencia se resumía en complacer a los demás, el ver en él a alguien cuya esencia era ser completamente auténtico y fiel a sí mismo y a nadie más, fue el parteaguas para mí para quemarlo todo hasta los cimientos, y volver a construirme a mí misma… Y a pesar de lo doloroso que ha sido por momentos, hoy sé que jamás hubiera podido dar ese paso sin su ejemplo…

Pero principalmente, José me enseñó que CADA una de las cosas que haga en esta vida, las debo hacer siempre con amor y pasión, como él siempre las hizo. José jamás le tuvo miedo al qué dirán, incluso cuando se trataba de exponer su lado más vulnerable, y sé que con el paso del tiempo llegaré a ser tan valiente como él…

Y lo más importante de todo, y que SIEMPRE me frustró que nunca pudiese ver al 100%, es que detrás de esa figura que muchos se atrevieron a llamar de las peores maneras, siempre hubo un hombre inmensamente noble, y con un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Es cierto que José deja un legado musical, e incluso, cultura, invaluable, pero principalmente, deja lo que siempre dio en su paso por esta vida: amor…

Sin saberlo, José tomó los pedazos rotos de una persona totalmente destruida, y no reparó en volver a juntarlos y pegarlos, y para mí, esa es la muestra de amor más grande que puede hacer una persona en vida: reparar existencias y sanar almas… Y vaya que José sanó la mía…

Carlos Ruiz Zafón alguna vez escribió en el universo del Cementerio de los Libros Olvidados que existimos mientras alguien nos recuerda, y por esa razón, para mí, José será inmortal.

¿Yo, olvidarlo? IMPOSIBLE.

Publicado en José Madero.